La diosa Hecate

Hécate es conocida como LA OSCURA. Ella es la Diosa de las transiciones, Señora de las encrucijadas, acompaña procesos para hacer un pasaje sabio y de transmutación de la oscuridad a la luz… de lo viejo a lo nuevo… de la muerte a la vida.
En la antigua Grecias, Hécate fue honrada como La Oscura, una diosa misteriosa que trajo conocimiento del más allá de la muerte (o del otro lado diríamos hoy algunos). Durante esos tiempos, se creía que las mujeres que habían alcanzado la menopausia contenían sus poderes de dar vida adentro de sí mismas como lo hace la luna oscura. Como Hekate, ellas eran coronadas con la inteligencia de sus años.
Como las diosas de la luna oscura, Hécate fue también afiliada con tormentas, perros aullando y árboles sauces. Ella es representada por una llave de ORO, capaz de abrir riquezas escondidas tanto del cielo como de la tierra.
Hecate es conocida como: Luna Negra y Señora de las Encrucijadas. Diosa griega del Mundo Subterráneo y "Madre de las Brujas", la Diosa Hécate es mucho más antigua que o el resto de los dioses del Olimpo.
Su tiempo es el de Samhain, la época del año ubicada entre el otoño y el solsticio de invierno, cuando el sol comienza a emprender su viaje hacia la oscuridad.
Hécate, nos dice que ha llegado el momento de desarrollar nuestra intuición y lanzarnos en busca del conocimiento, capacidades que muchas mujeres hemos ocultado y temido. Trabaja en el descubrimiento de tus capacidades proféticas, sin temor. Esta es una tarea en la que necesitamos de la asistencia de Hécate para poder aceptar que se trata de entrar en contacto con una sabiduría que va mucho más allá de lo que llamamos "razón" y que puede utilizarse de forma creativa y curativa.
Hécate era en la mitología griega una diosa de la Luna asociada al inframundo, la brujería y la oscuridad.
Originalmente habría sido una diosa de los partos adoptada en época temprana en la región de Tracia pero originaria entre los carios de Asia Menor y no fue hasta la época de la Grecia helenística que adquiere su relación con la hechicería y su consideración como "Reina de la Noche".
Ártemis y Hécate, ambas diosas lunares representan distintos aspectos de cambio: Hécate la llegada a la luna menguante (la diosa en su aspecto de Anciana o Hechicera) o, el punto astrológico llamado Luna Negra o Luna Oscura (el punto más alejado de la órbita lunar, su apogeo)... la cara oculta de la Luna, la cual dentro de la astrología representa el inconsciente, los deseos ocultos, lo "oscuro" y lo sobrenatural. Artémis el cuarto creciente, la expresión de nuestro brillo, y ambas son protectoras de los partos.
Hécate estaría también asociada a Core/Perséfone como reina del inframundo, a la cual la propia Hécate ayudó a rescatar cuando fue raptada por Hades.
A la propia Hécate se la consideraba señora del inframundo, donde gozaba de ilimitados poderes. Se dice que Perséfone prefería su compañía a la de su propio esposo.
Hécate era considerada diosa de la magia y la hechicería, y de modo parecido a Hermes, también se la consideraba la diosa suprema de las fronteras entre el mundo de los vivos y el de los espíritus, de ahí su título de "Reina de los Fantasmas".
Como "Reina de los Fantasmas" se consideraba a Hécate protectora contra los malos espíritus y de hecho su imagen se colocaba, como protección en las fronteras, en las puertas de las ciudades y en las de las casas. Al mismo tiempo, como señora de las fronteras entre nuestro mundo y el Más Allá, ofenderla podía tener consecuencias terribles, pues podía enviar a los mismos malos espíritus de los que protegía.
Hécate, era también la diosa de las encrucijadas o cruces de caminos, papel que proviene de sus orígenes como diosa de las tierras salvajes e inexploradas.
Este papel como diosa tanto de las fronteras físicas como sobrenaturales lo compartía con Hermes.
En los cruces de caminos solían colocarse hermas (bloques de piedra con el busto del dios Hermes y simbología fálica) o estatuas o máscaras de Hécate en su forma triple.
Al igual que con Artemis, como diosa de la Luna, Hécate era asociada en muchos sentidos con Hermes, de hecho Hécate y Hermes eran los dioses que con más frecuencia aparecían en textos mágicos como los papiros griegos y las defixios romanas.
La representación de Hécate como diosa triple estaba relacionada con su papel de diosa protectora de las fronteras y las encrucijadas, mirando cada uno de sus rostros en diferentes direcciones. Sin embargo también se asocian estas representaciones triples con sus tres aspectos como diosa lunar.
Según Pausanias Hécate no fue representada de forma triple hasta finales del siglo V a.C. Algunos retratos clásicos la muestran como una diosa triple sosteniendo una antorcha, una llave y una serpiente. Otros continuaron mostrándola en su forma simple. En algunos escritos de magia griegos de inspiración egipcia y en los papiros de la Antigüedad tardía era descrita con tres cabezas: una de perro, otra de serpiente y otra de caballo, aunque en general en la Grecia clásica la triplicidad de Hécate se expresaba de una forma más helénica, con tres cuerpos en lugar de cabezas.
Solía representarse a Hécate portando antorchas, las cuales utilizaba como arma, un cuchillo, una llave, flores o una granada.
La antorcha es presumiblemente un símbolo de la luz que ilumina la oscuridad, pues los griegos aseguraron a Hécate en su papel de traedora de la sabiduría. Su cuchillo es una reminiscencia de su origen como diosa de los partos, utilizándolo para cortar el cordón umbilical, así como para romper el vínculo entre el cuerpo y el espíritu al morir. La llave haría referencia al papel de Hécate como guardiana de puertas y del conocimiento sagrado (los himnos órficos la mencionan como «reina de las llaves de todo el Cosmos»). La granada era vista por los antiguos griegos como la fruta del inframundo y símbolo femenino, siendo este un atributo de otras diosas como Hera o Perséfone.
En los llamados Oráculos caldeos Hécate fue también asociada a un laberinto serpentino alrededor de una espiral, conocido como "rueda de Hécate" (el «Strophalos de Hécate»). El simbolismo alude al poder de la serpiente para renacer, al laberinto de conocimiento a través del cual Hécate guíaría a la humanidad y a la llama de la propia vida.
Quizá haya también alguna relación entre este laberinto o rueda de Hécate y Ariadna, a la que se consideraba "Señora del Laberinto".
La perra era el animal más comúnmente asociado a Hécate, quien a veces era llamada la «perra negra» y de hecho se creía que podía manifestarse en esta forma y los ladridos de los perros se consideraban una señal de su cercanía. Posteriormente pasó al imaginario popular acompañada de una jauría de perros fantasmales.
La rana, criatura anfibia que vive en dos elementos (tierra y agua) , está también consagrada a Hécate y a la diosa rana egipcia Heqet, con la que a menudo se la asocia.
Como diosa triple, a veces aparecía representada con tres cabezas: de perro, caballo y oso, o de perro, serpiente y león.
El tejo, el ciprés, el álamo negro y el sauce estaban consagrados a Hécate.
Las hojas del álamo negro, oscuras por una cara y claras por la otra, simbolizarían la frontera entre los mundos mientras que el Tejo, quizá por sus hojas y semillas venenosas, estaba fuertemente asociado al inframundo, a la muerte y el renacimiento: La poción del caldero de Hécate contenía «esquejes de tejo» y las bayas de este árbol se creía que, por el poder de Hécate, podían dar sabiduría o la muerte (esto estaba relacionado con la preparación de sustancias alucinógenas a partir de la cantidad correcta de bayas de tejo, que en caso de ser demasiada provocaría la muerte).
Muchas otras hierba y plantas estaban asociadas a Hécate, probablemente debido a su papel como reina de
las brujas y diosa de la hechicería, pues las "brujas" o curanderas de la antigüedad eran mujeres que poseían un extenso conocimiento de las hierbas y sus propiedades: el ajo, las almendras, la lavanda, el tomillo, la mirra, la artemisia, la menta, el diente de león...entre otras, habrían estado consagradas a Hécate, además de varios venenos y alucinógenos como la belladona, la cicuta, la mandrágora, el acónito, conocido como "hecateis" o el opio.
La figura de Hécate siguió estando asociada a la brujería mucho después de la desaparición de la Grecia Clásica y el Imperio Romano. El cristianismo rodeó la figura de Hécate de un aura maléfica y connotaciones negativas, a menudo asociándola a Lilith y al diablo.
En este sentido debemos aclarar que si bien desde la Grecia helenística Hécate estaba asociada a la oscuridad, la hechicería y la muerte, no podemos ver estos atributos desde un punto de vista cristiano, pues entre las culturas paganas tanto el inframundo como la muerte, o la brujería, estaban exentos de las connotaciones maléficas que recibieron posteriormente, poseyendo un carácter, aunque sobrenatural, mucho más neutral, lejano a la concepción del bien y el mal cristiana.

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