Salud sexual femenina, como es tu orgasmo?

Sigmund Freud definió el orgasmo clitoriano como un síntoma de inmadurez sexual de la mujer y defendía que su proceso de maduración consistía en dirigir sus sensaciones y su potencial orgásmico al interior de la vagina. Pero esta teoría, y en general casi todo su trabajo, fue rechazado por el mundo académico y la psicología moderna, influenciada por los movimientos feministas de los años 60 y 70. Paradójicamente, relegaron al que fuera el padre de la psicología, a un rincón anecdótico de la historia de la misma. El movimiento feminista, promovido desde la sombra por los intereses del consumismo, consiguió aplastar como una apisonadora todo aquello que se opusiera a su descabellado intento de convertir a la mujer en un hombre. La mujer no sólo debía tener los mismos derechos que el hombre, algo que resulta muy loable, sino que impusieron la idea de que su sexualidad y su comportamiento sexual debía ser igual que el del hombre, algo que desde el punto de vista psicológico, emocional, biológico y fisiológico ha sido una locura, de la que ahora estamos pagando las consecuencias.
Lamentablemente, aun seguimos apostando por una sexualidad de la mujer “masculinizada”, es decir, con la misma respuesta sexual que la del hombre: independiente, promiscua, carente de emociones, consumista, pornográfica, autocomplaciente, egoísta y violenta. Se ha negado activamente que la mujer sea capaz de tener orgasmos con sus genitales internos, vagina y útero, evitanto asi que pueda experimentar una sexualidad receptiva y emocional. Hemos inventado todo tipo de medios de control para someter los impulsos y la naturaleza biológica de la mujer y su responsabilidad reproductiva, mediante la píldora, la píldora del día después y la legalización del aborto, para convertir a la mujer en un peon más dentro de la Sociedad de Consumo. Alguien que pueda producir y trabajar, sin los "inconvenientes" de su propia biología, al mismo ritmo que el hombre y lo que es más importante, que pueda consumir tanto o más que el hombre. Pero no se ha invertido ni un céntimo en investigar la anatomía interna del sexo femenino, su capacidad orgásmica y eyaculatoria, el Punto G y las glándulas parauretrales (próstata femenina), etc. El informe Hite convirtió al clítoris en el abanderado de la emancipación sexual femenina justamente, en contra de todo lo que pudiera otorgar placer a la mujer en compañia de un hombre con la penetración, promoviendo una respuesta sexual rápida y directa. Toda la sexualidad de la mujer, su capacidad de concebir vida y todo su potencial emocional, quedó reducido a 1 centímetro cuadrado de su cuerpo.
Fisiológicamente, la función del clítoris es básicamente la de provocar una respuesta sexual en la fase de excitación. La estimulación directa sobre el clítoris provoca la excitación del nervio pudendo y del sistema nervioso simpático, que desde el sacro hasta el sistema límbico manda una señal que desencadena la descarga en el torrente sanguíneo del óxido nítrico y la acetilcolina. Esto provoca la hinchazón de la vulva, la erección del clítoris y la elongación de la vagina, elevando la cérvix y el útero de tal manera que pueda albergar el pene. Es decir, la fase de excitación pretende dar cabida y recibir al pene (lo siento por las feministas, pero aquí estoy hablando exclusivamente del plano biológico y fisiológico). Luego en la siguiente fase, la que suelen llamar meseta, el clítoris se retrae y pierde su protagonismo de manera natural (siempre que no se lo siga estimulando de manera obsesiva), en respuesta a la oxitocina y serotonina que el sistema límbico vierte en el torrente sanguíneo. En este punto la vagina se vuelve receptiva y se empieza a despertar lo que algunos llaman la “plataforma orgásmica”, un área de tejido esponjoso eréctil que se va llenando, gracias a la estimulación del pene o de los dedos, de líquido prostático. Aunque los médicos siguen sin ponerse de acuerdo sobre la existencia o no de la próstata femenina, lo cierto es que ésta zona, que corresponde con el Punto G, es capaz de provocar profundos orgasmos y profusas eyaculaciones. Es decir, que la poderosa excitación inicial del sistema simpático mediante la estimulación del clítoris, sucede una respuesta del sistema parasimpático, mediante la estimulación interna de la vagina y Punto G, para equilibrar la respuesta sexual. La oxitocina, la hormona del placer, se encarga aquí de que el útero se relaje y empiece a descender. La mujer empieza a sentir un intenso calor en su púbis y siente que “se abre” a la experiencia. El placer, estimulado por la oxitocina, empieza a expandirse por todo el cuerpo. Los pechos y los pezones multiplican por 10 su sensibilidad, y la experiencia orgásmica se empieza a traducir en una inmensa sensación de apertura, relajación y de desvanecimiento. Aquí el clítorix tiene un protagonismo testimonial, de contrapunto, que aun siendo importante, no es ni remotamente comparable a la respuesta orgásmica que embarga todo el cuerpo de la mujer en estos momentos. El orgasmo útero-vaginal es una sensación que nace de lo más hondo del ser femenino que va in crescendo a un ritmo muy lento, que se percibe como oleadas de placer por todo el cuerpo y que tiene la capacidad de despertar todo el plano emocional de la mujer. Es por eso que en esta situación la mujer experimente emociones que han sido reprimidas durante toda su vida y que se desaten bloqueos y conflictos que ahora emergen de su subconsciente. La mujer en ese estado debe traspasar esas emociones turbulentas y desagradables, como en un ritual iniciático de maduración sexual, para convertir el sufrimiento en placer. El sistema nervioso simpático y parasimpático siguen respondiendo alternadamente en una especie de marea de fluidos hormonales y neuro-péptidos, a la estimulación física y genital de la mujer. Una experiencia orgásmica que puede sentirse en cualquier parte de su cuerpo, desde la cabeza hasta las uñas de sus pies. Es entonces cuando la vagina se contrae alrededor del pene y la cérvix baja para poder ser estimulada por él. La oxitocina, igual que en el proceso del parto, provoca que el útero experimente contracciones y que la cérvix se abra para recibir el esperma del hombre. La mujer siente que está abierta en canal y, tanto emocional como fisiológicamente, es así. También experimenta una intensa sensación de que “tiene que expulsar algo”, como en un parto y cuando se deja ir, puede experimentar eyaculaciones, que en muchos casos se revierten a la vegiga urinaria.



Siente que se corazón se abre de par en par, está totalmente receptiva a la Vida misma y el Amor la embarga entera fundiéndose con su amante en un solo ser. Esta experiencia puede durar horas y en muchas ocasiones, la experiencia orgásmica en la mujer sigue impresa en ella durante días. Aquí no hay fase de resolución como ocurre con el hombre, ni existe una liberación de endorfinas para adormecer los músculos y un corazón sobre-excitado como ocurre con el orgasmo del clítoris, porque la satisfacción de la mujer ha sido provocada desde una intensa relajación, entrega y apertura.


El orgasmo clitoriano en muchas ocasiones puede ser una buena opción, pero las opciones solo son posibles cuando hay más alternativas. El problema es que nos han programado para que la mujer sólo disfrute de sus genitales externos y del clítoris, focalizando toda su respuesta sexual en él. Se niega activamente que la mujer sea capaz de experimentar orgasmos en sus genitales internos, vagina y útero. Los hombres hemos aceptado que para satisfacer a nuestra pareja ha de ser exclusivamente estimulando su “botoncito”, y al final la mujer está sufriendo todo tipo de disfunciones sexuales, fisiológicas y psicológicas porque le han robado su conocimiento de ella misma, de su mundo interior y su experiencia de SER MUJER. El orgasmo, cuando se centra sólo en el clítorix, provoca una tensión generalizada de todos los músculos del cuerpo, y en especial los del abdomen y del útero, que queda elevado y constreñido sin posibilidad de que se produzca la concepción. El útero es el miembro más receptivo del cuerpo femenino y en consecuencia es donde se acumula todo el estrés diario que sufre la mujer en el mundo actual. El útero es el depositario de todas las frustraciones, ansiedades, conflictos, emociones reprimidas e insatisfacción que sufre la mujer “masculinizada”, una situación que genera pingües beneficios a la industria farmacéutica y otras. De esta manera, el útero que según el Tao es el centro de toda la energía del cuerpo de la mujer, permanece cerrado, estresado y enfermo. No es de extrañar que los casos de infertilidad se multipliquen exponencialmente en nuestra “moderna” generación, por no hablar de problemas más graves como la endometriosis o el cáncer, que podrían tener su origen en esto mismo.
La mujer debe tomar consciencia de su sexualidad en plenitud, debe madurar (como decía Freud) su capacidad de sentir con la vagina y su útero, debe comprender su Ciclo Vital (su menstruación) y debe recuperar su identidad como mujer adulta y consciente.

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