PESE A QUE LA MAYORÍA DE LAS FAMILIAS NO TIENEN LA INCLINACIÓN DE COMERSE A SUS HIJOS O DE MATARSE ENTRE SÍ TAN FÁCILMENTE COMO OCURRE ENTRE LOS PERSONAJES DE ESTA HISTORIA GRIEGA, EL COMPORTAMIENTO NEGATIVO TRANSMITIDO POR EL, ABUELO AL PADRE Y DESPUÉS AL HIJO DE ESTE CONSTITUYE UNA MALDICIÓN FAMILIAR.
ES MUY CONOCIDO ENTRE LOS PSICÓLOGOS Y ASISTENTES SOCIALES QUE LOS PADRES VIOLENTOS TIENEN HIJOS QUE, A SU VEZ, SE COMPORTAN DE FORMA VIOLENTA CON SUS PROPIOS HIJOS; Y QUIENES ABUSAN DE LOS HIJOS NORMALMENTE HAN SIDO VÍCTIMAS, A SU VEZ, DE UN ABUSO SEMEJANTE. EN DEFINITIVA, TODOS HEMOS DE ENFRENTARNOS CON LAS CUESTIONES PSICOLÓGICAS PENDIENTES QUE NOS HAYA DEJADO NUESTRA FAMILIA.
LA HISTORIA DE ORESTES Y LA CASA DE ATREO NOS HABLA DE LA REDENCIÓN DE UNA MALDICIÓN FAMILIAR POR MEDIO DE LA HUMILDAD, LA HONESTIDAD, LA VOLUNTAD DE SOBRELLEVAR EL SUFRIMIENTO INMERECIDO Y LA FE EN LOS DIOSES Y EN LA VIDA.
Tántalo, rey de Lidia, tenía una gran amistad y confianza con los dioses y en especial con Zeus, quien lo invitaba a los banquetes de néctar y ambrosía del Olimpo. Ansioso por impresionar, a su vez, Tántalo invitó a los dioses del Olimpo a un banquete en su propio palacio. Pero se percató de que el alimento que había en su despensa era insuficiente para todos los asistentes. Preocupado porque sus huéspedes pudieran sentirse ofendidos al no tener comida suficiente, antepuso su prestigio a su amor, y degolló y descuartizó a su hijo Pélope, agregando los pedazos de su cuerpo al asado preparado para los dioses. Pero los dioses se dieron cuenta de lo que tenían en sus platos y retrocedieron horrorizados. Tántalo fue castigado por su crimen con un tormento eterno y su linaje fue maldecido. Entre tanto, los dioses resucitaron a Pélope, quien siguió creciendo y tuvo tres hijos. Pero los dos hijos mayores, Atreo y Tiestes, estaban celosos de su hermano menor, el favorito de su padre, y lo asesinaron.
Pélope descubrió el crimen y maldijo a sus hijos y a su linaje. Esta era la segunda maldición lanzada sobre los descendientes de Tántalo.
Atreo se casó, y descubrió después que su esposa se había acostado con su hermano Tiestes. Alimentó su ira en secreto. Posteriormente, un oráculo proclamó que uno de los dos hermanos sería rey de Micenas. Como era de esperar, se pusieron a pelear; y Atreo, todavía resentido de la infidelidad de su esposa, expulsó a Tiestes de la ciudad y le arrebató la corona. No obstante, el poder no mitigó la ira de Atreo hacia su hermano. Siguió castigándolo, y para ello pretendió que deseaba tener una reconciliación y lo invitó a una cena amistosa. El plato principal recordaba la cocina de su abuelo Tántalo; pues Atreo había asesinado a los hijos de Tiestes, los había cocinado y se los había servido a su padre. Al darse cuenta de lo que se había comido, Tiestes maldijo a Atreo y a su linaje. Esta era la tercera maldición que caía sobre los descendientes de Tántalo.
Tiestes recibió entonces instrucciones del dios Apolo de vengar el asesinato de los niños. A Tiestes solo le quedaba ya una hija, llamada Pelopia. Tiestes la violó en la oscuridad y después se escondió. Pelopia, ignorante de la identidad real del atacante, quedó embarazada y con la única propiedad de una espada que el desconocido se había dejado olvidada. Después, Pelopia se casó con Atreo quien, entre tanto, se había divorciado de su infiel esposa. Atreo se alegró de que Pelopia, al poco tiempo, le diera un hijo, Egisto, creyendo ingenuamente que el niño era suyo y que, por tanto, no estaría contaminado por los anteriores problemas familiares. Pero las maldiciones de los dioses no desaparecen simplemente por desearlo. Una sequía comenzó a devastar el reino, y un oráculo proclamó que solo acabaría si volvían a llamar a Tiestcs.
Finalmente, encontraron a Tiestes y lo encarcelaron. Atreo dio instrucciones a Egisto, el joven hijo de Pelopia que él creía que era suyo, para que realizara su primera tarea varonil, consistente en tomar la espada de su madre y matar al prisionero Tiestes (que era el padre verdadero del chico). El joven entró en la celda de Tiestes portando la espacia que este reconoció de inmediato como la suya. Tiestes mandó llamar a su hija Pelopia. Al contarle la verdad, ella se mató con la espada. El joven Egisto, después de descubrir la verdadera historia de su origen, y determinado a vengarse de Atreo, regresó ante este llevando el arma manchada de sangre. Entonces, el joven mató a Atreo, y Tiestes se convirtió en rey de Micenas en lugar de su hermano.
Mientras, el hijo de Atreo, Agamenón, se salvó de ser degollado por su niñera y fue llevado al exilio, donde creció. Cuando llegó a la virilidad, se casó con Clitemnestra, hija del rey de Esparta, quien le ayudó a reclamar el trono de Micenas. Tiestes y su hijo Egisto fueron enviados al exilio y Tiestes murió al poco tiempo.
Clitemnestra tuvo a Agamenón, un hijo y tres hijas más. Agamenón fue uno de los guerreros griegos que tomó parte en la guerra de Troya; y a fin de asegurarse buen tiempo para su flota, accedió a sacrificar a una de sus hijas a la diosa Artemisa. Mintió a su esposa, diciéndole que iba a mandar fuera a la niña para que contrajera matrimonio, mientras que, de hecho, la hizo degollar en secreto. Clitemnestra descubrió el engaño y se echó un amante, que no era otro que Egisto, hijo de Tiestes, que había aparecido en palacio disfrazado y que cortejó a la reina mientras que su esposo estaba ausente en la guerra. Juntos planearon el asesinato de Agamenón, que fue despedazado mientras se bañaba, tras su regreso de la guerra de Troya.
Orestes, el hijo de Agamenón, a quien habían alejado mientras Clitemnestra y su amante planeaban la muerte del rey, recibió la visita del dios Apolo, para contarle la verdad sobre la muerte de su padre y exigirle venganza. Este protestó vigorosamente, alegando que la pelea de sus padres no era cosa suya y que no deseaba participar en más matanzas. Pero Apolo declaró que, le gustara o no, Orestes era el hijo de Agamenón y, por lo tanto, tenía el deber de vengar su muerte; y que si no obedecía, el dios se aseguraría de que la vida de Orestes se volviera muy desagradable. Orestes sabía que si mataba a su padre, las Furias las diosas del inframundo que defienden los derechos de las madres— lo castigarían con la locura. Hiciera lo que hiciera, estaba condenado. Con renuencia, Orestes decidió que su lealtad debía estar del lado de su padre, porque era un hombre; de modo que asesinó a su madre y al amante.
Las Furias no tardaron en llegar para atormentar a Orestes con la locura. Tras un año de angustia y tortura mental, Oreste buscó refugio en el altar de la diosa Atenea, en Atenas, y esta, en combinación con el primer jurado humano, lo declararon inocente y lo liberaron de la maldición de su linaje. Finalmente se casó, subió al trono de Esparta y fundó un linaje libre de la contaminación del pasado de su familia.
ES MUY CONOCIDO ENTRE LOS PSICÓLOGOS Y ASISTENTES SOCIALES QUE LOS PADRES VIOLENTOS TIENEN HIJOS QUE, A SU VEZ, SE COMPORTAN DE FORMA VIOLENTA CON SUS PROPIOS HIJOS; Y QUIENES ABUSAN DE LOS HIJOS NORMALMENTE HAN SIDO VÍCTIMAS, A SU VEZ, DE UN ABUSO SEMEJANTE. EN DEFINITIVA, TODOS HEMOS DE ENFRENTARNOS CON LAS CUESTIONES PSICOLÓGICAS PENDIENTES QUE NOS HAYA DEJADO NUESTRA FAMILIA.
LA HISTORIA DE ORESTES Y LA CASA DE ATREO NOS HABLA DE LA REDENCIÓN DE UNA MALDICIÓN FAMILIAR POR MEDIO DE LA HUMILDAD, LA HONESTIDAD, LA VOLUNTAD DE SOBRELLEVAR EL SUFRIMIENTO INMERECIDO Y LA FE EN LOS DIOSES Y EN LA VIDA.
Tántalo, rey de Lidia, tenía una gran amistad y confianza con los dioses y en especial con Zeus, quien lo invitaba a los banquetes de néctar y ambrosía del Olimpo. Ansioso por impresionar, a su vez, Tántalo invitó a los dioses del Olimpo a un banquete en su propio palacio. Pero se percató de que el alimento que había en su despensa era insuficiente para todos los asistentes. Preocupado porque sus huéspedes pudieran sentirse ofendidos al no tener comida suficiente, antepuso su prestigio a su amor, y degolló y descuartizó a su hijo Pélope, agregando los pedazos de su cuerpo al asado preparado para los dioses. Pero los dioses se dieron cuenta de lo que tenían en sus platos y retrocedieron horrorizados. Tántalo fue castigado por su crimen con un tormento eterno y su linaje fue maldecido. Entre tanto, los dioses resucitaron a Pélope, quien siguió creciendo y tuvo tres hijos. Pero los dos hijos mayores, Atreo y Tiestes, estaban celosos de su hermano menor, el favorito de su padre, y lo asesinaron.
Pélope descubrió el crimen y maldijo a sus hijos y a su linaje. Esta era la segunda maldición lanzada sobre los descendientes de Tántalo.
Atreo se casó, y descubrió después que su esposa se había acostado con su hermano Tiestes. Alimentó su ira en secreto. Posteriormente, un oráculo proclamó que uno de los dos hermanos sería rey de Micenas. Como era de esperar, se pusieron a pelear; y Atreo, todavía resentido de la infidelidad de su esposa, expulsó a Tiestes de la ciudad y le arrebató la corona. No obstante, el poder no mitigó la ira de Atreo hacia su hermano. Siguió castigándolo, y para ello pretendió que deseaba tener una reconciliación y lo invitó a una cena amistosa. El plato principal recordaba la cocina de su abuelo Tántalo; pues Atreo había asesinado a los hijos de Tiestes, los había cocinado y se los había servido a su padre. Al darse cuenta de lo que se había comido, Tiestes maldijo a Atreo y a su linaje. Esta era la tercera maldición que caía sobre los descendientes de Tántalo.
Tiestes recibió entonces instrucciones del dios Apolo de vengar el asesinato de los niños. A Tiestes solo le quedaba ya una hija, llamada Pelopia. Tiestes la violó en la oscuridad y después se escondió. Pelopia, ignorante de la identidad real del atacante, quedó embarazada y con la única propiedad de una espada que el desconocido se había dejado olvidada. Después, Pelopia se casó con Atreo quien, entre tanto, se había divorciado de su infiel esposa. Atreo se alegró de que Pelopia, al poco tiempo, le diera un hijo, Egisto, creyendo ingenuamente que el niño era suyo y que, por tanto, no estaría contaminado por los anteriores problemas familiares. Pero las maldiciones de los dioses no desaparecen simplemente por desearlo. Una sequía comenzó a devastar el reino, y un oráculo proclamó que solo acabaría si volvían a llamar a Tiestcs.
Finalmente, encontraron a Tiestes y lo encarcelaron. Atreo dio instrucciones a Egisto, el joven hijo de Pelopia que él creía que era suyo, para que realizara su primera tarea varonil, consistente en tomar la espada de su madre y matar al prisionero Tiestes (que era el padre verdadero del chico). El joven entró en la celda de Tiestes portando la espacia que este reconoció de inmediato como la suya. Tiestes mandó llamar a su hija Pelopia. Al contarle la verdad, ella se mató con la espada. El joven Egisto, después de descubrir la verdadera historia de su origen, y determinado a vengarse de Atreo, regresó ante este llevando el arma manchada de sangre. Entonces, el joven mató a Atreo, y Tiestes se convirtió en rey de Micenas en lugar de su hermano.
Mientras, el hijo de Atreo, Agamenón, se salvó de ser degollado por su niñera y fue llevado al exilio, donde creció. Cuando llegó a la virilidad, se casó con Clitemnestra, hija del rey de Esparta, quien le ayudó a reclamar el trono de Micenas. Tiestes y su hijo Egisto fueron enviados al exilio y Tiestes murió al poco tiempo.
Clitemnestra tuvo a Agamenón, un hijo y tres hijas más. Agamenón fue uno de los guerreros griegos que tomó parte en la guerra de Troya; y a fin de asegurarse buen tiempo para su flota, accedió a sacrificar a una de sus hijas a la diosa Artemisa. Mintió a su esposa, diciéndole que iba a mandar fuera a la niña para que contrajera matrimonio, mientras que, de hecho, la hizo degollar en secreto. Clitemnestra descubrió el engaño y se echó un amante, que no era otro que Egisto, hijo de Tiestes, que había aparecido en palacio disfrazado y que cortejó a la reina mientras que su esposo estaba ausente en la guerra. Juntos planearon el asesinato de Agamenón, que fue despedazado mientras se bañaba, tras su regreso de la guerra de Troya.
Orestes, el hijo de Agamenón, a quien habían alejado mientras Clitemnestra y su amante planeaban la muerte del rey, recibió la visita del dios Apolo, para contarle la verdad sobre la muerte de su padre y exigirle venganza. Este protestó vigorosamente, alegando que la pelea de sus padres no era cosa suya y que no deseaba participar en más matanzas. Pero Apolo declaró que, le gustara o no, Orestes era el hijo de Agamenón y, por lo tanto, tenía el deber de vengar su muerte; y que si no obedecía, el dios se aseguraría de que la vida de Orestes se volviera muy desagradable. Orestes sabía que si mataba a su padre, las Furias las diosas del inframundo que defienden los derechos de las madres— lo castigarían con la locura. Hiciera lo que hiciera, estaba condenado. Con renuencia, Orestes decidió que su lealtad debía estar del lado de su padre, porque era un hombre; de modo que asesinó a su madre y al amante.
Las Furias no tardaron en llegar para atormentar a Orestes con la locura. Tras un año de angustia y tortura mental, Oreste buscó refugio en el altar de la diosa Atenea, en Atenas, y esta, en combinación con el primer jurado humano, lo declararon inocente y lo liberaron de la maldición de su linaje. Finalmente se casó, subió al trono de Esparta y fundó un linaje libre de la contaminación del pasado de su familia.
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