Bert Hellinger parte de la idea de que el ser humano es un ser grupal. Para el nacimiento de un hijo, se necesita un padre y una madre y para la existencia de ellos fue necesaria la de sus propios padres. Así podríamos continuar hacia atrás vislumbrando una gran red de seres humanos que han hecho posible la existencia de este nuevo hijo. Cada uno de estos seres proporciona un vínculo que enriquecerá el sistema y será a la vez responsable de la salud y fuerza de las siguientes generaciones, y es que cada ser humano trae consigo la información de las vidas de las que procede tanto a nivel psíquico como orgánico. A esto le llamamos herencia y está impreso en nuestros genes, en nuestro ADN y en el inconsciente colectivo de nuestra familia y tiene la capacidad de transmitirse de generación en generación.
Así podemos decir que heredamos las piernas largas de nuestro abuelo paterno, los ojos claros de la abuela, pero también determinados gustos, el carácter o temperamento, las tendencias neuróticas o depresivas de alguno de nuestros antepasados.
Formamos parte del destino de muchas personas a las cuales estamos unidas a través de lazos que no se ven. Son lo que llamamos vínculos transgeneracionales. Formamos parte de un alma común, es lo que en constelaciones llamamos alma familiar., que es lo mismo que el biólogo Rupert Sheldrake llama campo morfogenético, campo de energía donde reside toda la información del sistema, lo conozcamos o no. La historia familiar está impresa en nuestras células y conllevan un orden o desorden que a la vez se traduce en orden o desorden en nuestra vida.
Esto quiere decir que heredamos la fuerza de nuestros antepasados y también los conflictos no resueltos que se hayan podido generar en el seno de nuestras familias debido a sus experiencias traumáticas, como pueden ser:
· Participación en guerras
· Violencia (asesinatos, abusos, luchas de poder)
· Pérdida de seres queridos, (abortos, niños pequeños, muertes repentinas)
· Abandonos, separaciones traumáticas
· Accidentes fatales
· Exclusión de personas de la familia
· Inversión del orden jerárquico dentro del seno familiar
· Secretos familiares, ( existencia de relaciones vinculantes fuera del matrimonio, hijos no reconocidos, crímenes…)
· Historias de emigración a otro país
· Cambios bruscos en la economía (alguien pasa de la riqueza a la pobreza o al revés)
Todas estas situaciones tienden a generar desorden en los sistemas y cuanto más severas son las dificultades más caos, y más se traduce en las generaciones posteriores como enfermedades, adicciones, mayor desequilibrio emocional o problemática familiar, social, etc.
Lo que muestra el trabajo con constelaciones es que nada puede ocultarse bajo la luz del sol y que todos los eventos trascendentales ocurridos en nuestras familias que hayan quedado no resueltos, seguirán pasando de una generación a otra implicando el destino de algunos miembros de ellas, hasta que puedan ser vistos, reconocidos y reconciliados.
Las constelaciones familiares son terapias breves. A través de pocos movimientos sacan a la luz aquello que en la familia había quedado oculto y, a menudo surgen las soluciones espontáneamente. A estas soluciones se llega por medio de las sensaciones corporales de los representantes, que van a producir en ellos un movimiento hacia la solución. A menudo esta solución es una reconciliación, la unión de algo que antes estaba separado.
Así podemos decir que heredamos las piernas largas de nuestro abuelo paterno, los ojos claros de la abuela, pero también determinados gustos, el carácter o temperamento, las tendencias neuróticas o depresivas de alguno de nuestros antepasados.
Formamos parte del destino de muchas personas a las cuales estamos unidas a través de lazos que no se ven. Son lo que llamamos vínculos transgeneracionales. Formamos parte de un alma común, es lo que en constelaciones llamamos alma familiar., que es lo mismo que el biólogo Rupert Sheldrake llama campo morfogenético, campo de energía donde reside toda la información del sistema, lo conozcamos o no. La historia familiar está impresa en nuestras células y conllevan un orden o desorden que a la vez se traduce en orden o desorden en nuestra vida.
Esto quiere decir que heredamos la fuerza de nuestros antepasados y también los conflictos no resueltos que se hayan podido generar en el seno de nuestras familias debido a sus experiencias traumáticas, como pueden ser:
· Participación en guerras
· Violencia (asesinatos, abusos, luchas de poder)
· Pérdida de seres queridos, (abortos, niños pequeños, muertes repentinas)
· Abandonos, separaciones traumáticas
· Accidentes fatales
· Exclusión de personas de la familia
· Inversión del orden jerárquico dentro del seno familiar
· Secretos familiares, ( existencia de relaciones vinculantes fuera del matrimonio, hijos no reconocidos, crímenes…)
· Historias de emigración a otro país
· Cambios bruscos en la economía (alguien pasa de la riqueza a la pobreza o al revés)
Todas estas situaciones tienden a generar desorden en los sistemas y cuanto más severas son las dificultades más caos, y más se traduce en las generaciones posteriores como enfermedades, adicciones, mayor desequilibrio emocional o problemática familiar, social, etc.
Lo que muestra el trabajo con constelaciones es que nada puede ocultarse bajo la luz del sol y que todos los eventos trascendentales ocurridos en nuestras familias que hayan quedado no resueltos, seguirán pasando de una generación a otra implicando el destino de algunos miembros de ellas, hasta que puedan ser vistos, reconocidos y reconciliados.
Las constelaciones familiares son terapias breves. A través de pocos movimientos sacan a la luz aquello que en la familia había quedado oculto y, a menudo surgen las soluciones espontáneamente. A estas soluciones se llega por medio de las sensaciones corporales de los representantes, que van a producir en ellos un movimiento hacia la solución. A menudo esta solución es una reconciliación, la unión de algo que antes estaba separado.
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