“Si oyésemos decir que en nuestros días, aún existe una obra de los antiguos egipcios, uno de los libros escapados de las llamas que devoraron sus soberbias bibliotecas y que contiene la más pura doctrina sobre temas de gran interés, todos se apresurarían para conocer un libro tan precioso, tan extraordinario. Si añadiéramos que este libro se halla muy difundido en gran parte de Europa y que desde hace siglos está al alcance de todo el mundo, la sorpresa iría en aumento. Y ¿no llegaría a su colmo si asegurásemos que jamás se ha sospechado que fuese egipcio, que se lo posee como si no se lo poseyese, que nadie ha intentado descifrar una página, que el fruto de una sabiduría exquisita se contempla como un montón de figuras extravagantes que nada significan? ¿No se creería que son ganas de holgarse, de burlarse de la credulidad de sus oyentes?
No obstante, todo eso es cierto. Este libro egipcio, único resto de una soberbia biblioteca existe; además es tan corriente que ningún sabio se ha molestado en ocuparse del mismo; nadie, antes que nosotros, ha sospechado tan noble origen. Este libro es El Juego del Tarot.”
En nuestro recorrido por la evolución del Tarot, resulta imprescindible detenernos en este personaje para entender lo que es el Tarot hoy en día. Él dotó a los Arcanos de una dimensión absolutamente esotérica. Aunque dedicaré una entrada a su biografía en el apartado correspondiente; la influencia de Gébelin en la evolución del Tarot es tal que, he decidido dividir en dos partes la entrada de hoy, para que no resulte excesivamente larga.
Empecemos por situar al personaje en la Francia de mediados del siglo XVIII, el contexto histórico es convulso, el clima pre-revolucionario marca todos los acontecimientos de la época. Gébelin pertenecía a una logia masónica, Las Nueve Hermanas, de la que también eran miembros: Diderot, Danton, D’Alambert, La Fayette… sólo por citar a unos cuantos.
Antoine Court De Gebelin
(1719 – 1784)
Pastor protestante, hijo de un famoso líder religioso hugonote, Antoine, fue un hombre convencido en su fe y de ir prodigando el Evangelio por las tierras como hizo Jesucristo. Evidentemente no estaba de acuerdo con el catolicismo, y con el protestantismo, tenía eternas diferencias que consiguió plasmar en sus escritos. Pasó su vida entre conferencias, escritos, predicando y abriendo iglesias.
Se introdujo en la masonería en 1771, fue iniciado en el albergue Les Amis Réunis, trasladándose posteriormente al albergue Les Soeurs Neuf, donde Bejamím Franklin le recibió como a un hermano en su casa de campo. Compartió la idea de “independencia americana” con Benjamín y también la del “magnetismo animal” de Mesmer. Estuvo en varias sociedades entre ellas La Logia de las Nueve Hermanas, Philaletes, y La Orden de los Elegidos. Se codeó con personajes como Etteilla, El Papus y Eliphas Levi.
Publicó en un ensayo de El Comité de Mellet una conexión mística entre los arcanos del Tarot y el alfabeto hebreo. Dos años después editó otro ensayo completo de cartomancia. Transmitió técnica y practica para leer el Tarot. En total publicó nueve volúmenes donde se ofrece una amplia información sobre los misterios, colores y símbolos del Tarot.
Sentía una atracción inmensa por la palabra en todas las formas de lenguaje y cuando se encontró ante una inscripción egipcia no pudo evitar el hechizo que esto le produjo. Creyó que aquellos jeroglíficos sintetizaban todos los misterios del ser humano, la sabiduría del universo. Antoine creía en la idea de una raza original en la tierra llena de conocimiento y sabiduría, y su proyecto era establecerla. Amante de la hermenéutica y los símbolos la primera vez que vio una baraja del Tarot, tuvo la sensación de estar delante de los secretos egipcios de Thot y promulgó esta idea adjudicándola a los sacerdotes egipcios, sin ninguna base histórica.
Leer más: http://mundosentrelineas.webnode.es/pioneros-del-tarot/antoine-court-de-gebelin/Antoine Court De Gebelin
(1719 – 1784)
Pastor protestante, hijo de un famoso líder religioso hugonote, Antoine, fue un hombre convencido en su fe y de ir prodigando el Evangelio por las tierras como hizo Jesucristo. Evidentemente no estaba de acuerdo con el catolicismo, y con el protestantismo, tenía eternas diferencias que consiguió plasmar en sus escritos. Pasó su vida entre conferencias, escritos, predicando y abriendo iglesias.
Se introdujo en la masonería en 1771, fue iniciado en el albergue Les Amis Réunis, trasladándose posteriormente al albergue Les Soeurs Neuf, donde Bejamím Franklin le recibió como a un hermano en su casa de campo. Compartió la idea de “independencia americana” con Benjamín y también la del “magnetismo animal” de Mesmer. Estuvo en varias sociedades entre ellas La Logia de las Nueve Hermanas, Philaletes, y La Orden de los Elegidos. Se codeó con personajes como Etteilla, El Papus y Eliphas Levi.
Publicó en un ensayo de El Comité de Mellet una conexión mística entre los arcanos del Tarot y el alfabeto hebreo. Dos años después editó otro ensayo completo de cartomancia. Transmitió técnica y practica para leer el Tarot. En total publicó nueve volúmenes donde se ofrece una amplia información sobre los misterios, colores y símbolos del Tarot.
Sentía una atracción inmensa por la palabra en todas las formas de lenguaje y cuando se encontró ante una inscripción egipcia no pudo evitar el hechizo que esto le produjo. Creyó que aquellos jeroglíficos sintetizaban todos los misterios del ser humano, la sabiduría del universo. Antoine creía en la idea de una raza original en la tierra llena de conocimiento y sabiduría, y su proyecto era establecerla. Amante de la hermenéutica y los símbolos la primera vez que vio una baraja del Tarot, tuvo la sensación de estar delante de los secretos egipcios de Thot y promulgó esta idea adjudicándola a los sacerdotes egipcios, sin ninguna base histórica.
En síntesis, esta obra, en general, plasmaba la teoría que sostenían las logias masónicas de la época, y era que en el principio de los tiempos, se dio una era dorada en la que los hombres poseían unos conocimientos y costumbres infinitamente superiores a los actuales. Pero esa civilización portentosa fue degenerando hasta autodestruirse. La idea masónica era recuperar ese conocimiento para retornar al esplendor de la civilización perdida.
Estamos en el siglo XVIII cuando empezó la efervescencia ocultista en Europa que estallaría definitivamente en el siglo XIX. La atracción de la masonería por la civilización egipcia era notoria, incluso se tradujo en una corriente ritual basada en los misterios egipcios. Es lógico que Gébelin volviera sus ojos al antiguo Egipto para buscar una explicación al nacimiento del Tarot.
En uno de los volúmenes de su enciclopedia, Gébelin se centra en el Libro de Thot y su supuesta conexión con el Tarot. A partir de este momento, cobró fuerza inusitada la teoría del origen egipcio del Tarot, que aún hoy en día goza de muchos defensores. Su percepción era muy clara: el Tarot tenía un origen egipcio (no olvidemos que todavía no había sido descubierta la piedra Rosetta y los jeroglíficos carecían aún de una interpretación medianamente fidedigna).
Para Gébelin, la palabra tarot era una derivación de los términos egipcios Ta-Rosh, que podrían traducirse como “Camino real de la vida”. Aquí he de reseñar que Gébelin era lingüista, así que es lógico que intentara hallar el origen de la palabra Tarot.
La teoría de Gébelin era la siguiente: los sacerdotes egipcios habrían resumido el mítico “Libro de Thot” en los Arcanos Mayores del Tarot. Constituyéndose, pues, en una especie de compendio del saber oculto egipcio. Dichas láminas habrían viajado de forma secreta en dirección a Roma, según unos con el objeto de evitar su destrucción en el incendio de Alejandría, según otros, por las buenas relaciones que los primeros cristianos tuvieron con los sacerdotes egipcios.
Según esta teoría, el traslado del papado a Avignon, causó la expansión del Tarot por toda Francia. Aunque quienes más hicieron por la propagación del Tarot a través de toda Europa fueron los zíngaros, descendientes directos de aquellos sacerdotes egipcios para Gébelin.
Gébelin sostenía que el Tarot estaría estructurado sobre el número siete, de tal modo que en los Arcanos Mayores tendríamos tres veces siete más el Loco que no sería numerado para no romper la armonía numérica. Así también se estructurarían los Arcanos menores, con 4 series de palos, cada uno de ellos compuesto por dos sietes. En total, y siempre dejando de lado la carta del Loco, tendríamos una baraja de 77 cartas.
Lámina a lámina, Gébelin va estableciendo un paralelismo entre los Arcanos Mayores y el panteón egipcio. Por poner un ejemplo, en la carta del Diablo, veríamos en realidad la representación de Tifón, el monstruo que provoca la muerte de Osiris cada año, es decir, la representación mitológica del invierno.
Próximamente concluiré la entrada de Gébelin. En este enlace se pueden ver las imágenes originales en el libro original, es un documento sumamente interesante:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tu opinión, la vida de un blog se basa en tus comentarios!!!