La Racionalidad y la Salud, como administramos una enfermedad?

En los siglos XVI y XVII la visión de universo como algo orgánico, vivo y espiritual fue reemplazada por la concepción de un mundo similar a una maquina, como consecuencia de los cambios introducidos en la física y la astronomía que culminaron en las teorías de Copérnico , Galileo y Newton. Estos cambios que resultarían básicos para el pensamiento de la civilización occidental fueron completados por las teorías del filosofo y matemático René  Descartes. La filosofía Cartesiana de la certeza científica absoluta es aún muy popular y se refleja en el cientifismo racionalista que caracteriza a nuestro saber occidental. No obstante la física moderna ha demostrado que no existe una certeza científica absoluta y que todos nuestros conceptos y teorías son limitados, limitadores y aproximativos
La concepción materialista y mecanicista que del mundo tenemos los occidentales _ desde que descartes y Newton principalmente sentaron las bases del pensamiento occidental y científico- nos induce a contemplar  y analizar la realidad de una forma racionalmente practica pero insuficiente , de manera que acabamos excluyendo, inevitablemente, muchos de los factores que conjuntamente intervienen en el complejo hecho de vivir. Así es pues ya tradición en los servicios médicos ofrecer (en el mejor de los casos) psicoterapia individual a las personas afectadas de trastornos emocionales de conducta. En una mayoría de los casos no obstante, el tratamiento se reduce a la pura administración de psicofármacos.
Tenemos la vieja y cuestionable costumbre de parcializar  y dividir todo aquello que nunca debería separarse para poder ser comprendido. Así pues nuestras limitaciones más que evidentes cuando pretendemos observar  y analizar los sucesos de una forma integral que nos permita captar las múltiples interrelaciones que se dan en cualquier hecho inherente a la vida. Sencillamente nunca aprendimos a hacerlo porque nadie nos enseño
Esta visión fragmentada del saber se manifiesta de forma evidente en la división que a medicina occidental  realiza entre la salud mental y la salud corporal.
Desde que Descarte afirmara “pienso luego existo “, el pensamiento racional se convirtió en el motor  de nuestra cultura, al punto de que el hombre occidental llego  identificar su identidad con la mente en lugar de con todo su organismo. Esta desintegración del ser humano en dos partes mente y cuerpo, se refleja en todos los ámbitos del saber occidental pero se muestra clarísimo en la medicina los médicos actuales, devotos de la imagen cartesiana del cuerpo humano como un mecanismo de relojería desprovista de emociones, no pueden llegar a entender muchas de las enfermedades que nos preocupan actualmente.
Parece que la medicina actual ha olvidado totalmente las raíces Hipocráticas en las que se baso durante siglos. Hipócrates en uno de sus aforismos apunto: Todas las partes del organismo forman un círculo. Por lo tanto, cada una de las partes es tanto principio como fin

Es así como nuestra medicina moderna cuenta con ejércitos de eminentes especialistas que parecen tener muchos conocimientos sobre un subsistema en concreto ( respiratorio , circulatorio , nervioso , endocrino…) pero no aciertan a comprender el lenguaje que un subsistema cualquiera  emplea para comunicarse con los demás, se hace pues fácil de entender –aunque difícil de aceptar- el por qué un paciente ( muy paciente)aquejado de una dolencia –para llegar finalmente a un diagnostico- tenga que, invariablemente , llamar a multitud de puertas, contestar burocráticos y mecánicos cuestionarios, explicar repetidamente las mismas cosas y someterse a diversas y agotadoras pruebas diagnosticas. Su paciencia a la postre se verá recompensada al obtener una etiqueta que dará nombre a su mal. Pero como  toda etiqueta, será sospechosamente incompleta o inclusive errónea si lo que se hace es aplicarla a un ser humano, rico, complejo, interrelacionado y en constante evolución. Así es como finalmente nuestra genuina necesidad de separar, aislar, clasificar y etiquetar, se torna la principal responsable de nuestra incapacidad para comprender de una forma integral, sistémica u holística, los sucesos de cualquier índole. 

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